Abstract:
Partiendo de apuestas estéticas claramente diferenciadas, Barbie también puede eStar triste (Albertina Carri, 2003) y La Virgen Cabeza (Gabriela Cabezón Cámara, 2009) comparten un mismo gesto: ambas proponen la desorganización de un orden social o policial de los cuerpos y abren al mismo tiempo el horizonte de una reorganización posible, que constituye su momento utópico. Dos espacios traducen esta reflexión ficcional sobre los lugares sociales: la villa y la casa de muñecas. Una es escenario puro, tanto en el juego infantil como en el trabajo cinematográfico que la toma como teatro de un mundo en miniatura. La otra corresponde a los recortes de una geografía urbana bien real, pero no se confunde totalmente con ella. La villa de La Virgen Cabeza nace de una fundación en el relato y en él desaparece también.