Las fuentes orales han sido incorporadas en numeroso estudios de Arte contemporáneo. La palabra del artista se ha utilizado, principalmente, como corroboración de otras fuentes, como información descriptiva, como repositorio para la comprensión de una poética. Este uso ha crecido, sin embargo, de una conciencia metodológica y crítica. Mi intención es indagar acerca de la utilidad del testimonio oral y de las maneras de emplearlo críticamente centrándome en el estudio de un caso específico, la exposición Arte destructivo (1961)
Ante la recurrente destrucción de la producción artística de los sesenta, las fuentes orales pueden ser indispensables para reconstruir muchas de las obras. Por otra pArte, si entendemos los programas y los objetos artísticos como la expresión de proyectos que articulan subjetividades colectivas, las fuentes orales nos brindan también la posibilidad de acceder al juego de tensiones, de debates, de expectativas y de fracasos en el que esos proyectos fueron formulados.