Abstract:
Desde que salió la noticia fabulosa sobre el increíble discurso del filósofo francés,
comenzó a divulgarse la idea de que Derrida se había convertido al marxismo (1). Los
comentarios eran pocos pero sustanciosos: el creador de la "deconstrucción", la filosofía
que se proclamaba la verdad última sobre la verdad misma, aunque ésta no fuera más
que un juego de palabras; la teoría que había dejado al marxismo "a la derecha",
arrinconado contra la pared del "totalitarismo" junto al nazismo y el fascismo, la iglesia
católica y la religión en general; la crítica más ácida y corrosiva, tanto que parecía
extraño que no terminase por corroerse a sí misma algún día; él, el padre de los pueblos
deconstruidos, el profeta, había abierto la boca para decir: Marx no ha muerto. Peor:
todos somos marxistas sin saberlo. Grave. Muy grave. Particularmente grave para los
descendientes de M. Jourdain que, como los seguidores de Forrest Gump, se quedaron
de pronto desconcertados ante el súbito cambio de dirección del maestro. Y peor
todavía: como el mismo Forrest, el maestro parece no ir a ningún lado. En este texto
intentaremos responder a dónde va Derrida, qué viaje nos propone y si vale la pena
seguirlo, en caso de que tal viaje fuera posible y tuviera algún sentido. Dada la
confusión que este tipo de maniobras intelectuales introduce en algunos círculos, no
estará de más terminar esta crítica recordando quiénes somos y por qué luchamos.