Abstract:
En
los
fondos
manuscritos
de
las
bibliotecas,
los
archivos públicos
o
privados,
las
instituciones
dedicadas
a
la
conservación
de
escrituras
“populares”
abundan
textos
autógrafos
conservados
en
su
forma
original.
Sin
embargo,
en
ausencia
de
una
verdadera
historia
de
la
elaboración
del
papel,
de
su
venta
y
de sus
usos”,
es
difícil
esperar
ir
más
allá
del
estadio
de
las
descripciones
y
entrar
en
una
interpretación
de
los
procesos,
de
las
prácticas,
de
los
gestos que
obran
en
las
elecciones
y
los
usos
de
tal
o
cual
soporte. Lo
mismo
podríamos
decir
cuando
no
son
los
obietos
conservados
aquello
en
lo
que
nos
apoyamos,
sino
las
representaciones
que
los
autores
dan
de
las
relaciones que
instauran
con
sus
cuadernos
o
libretas.
El
lenguaje
mismo
puede inducirnos
al
error,
tal
es
así
que cada
uno,
en
este
campo,
tiende
a
crear
su
idiolecto
y
a
encerrarse
en
él.
Se
hace
necesario entonces
comprender
cómo
se
socializan
las
maneras
de
hablar
de
la
práctica
diarista
a
medida
que
son
publicados
los
primeros
diarios
literarios.
Así
también
cuando,
en
la
prensa
del
siglo
XIX
(en
particular
femenina), nacen secciones
que dan
consejos
acerca
de
las
compras
a
realizar
o
las
maneras
de
servirse
de
los
objetos ofrecidos
por
el
comercio papelero, es también un lenguaje que se fija y se difunde en los medios más
pertinentes. Así, si aun es imposible hacer un estudio certero de la evolución de los
soportes de la escritura personal, puede ser no obstante útil construir el cuestionario
de las fuentes, convocar los restos de información disponibles y cuadrillar un campo
que no dejará de ser rápidamente explorado.