Christine de Pizan gives life to her “ideal ruler” based on the political Aristotelianism and its notion of the “architectonic”. Built as a living architecture of sciences, the wise king appears dominating the range of different knowledges ranging from the episteme to the practical knowledge. Theory and practice are thus at the basis of her construction of the political matter. But to what extent does the author devote herself to providing an explanation of the transfer of science, especially the speculative science to the practical record of political science? In other words, whether the king is distinguished by being a sage at the same time as an expert in the various sciences (philosophy-theology, astrology, grammar, dialectics, rhetoric, music, geometry, astronomy, arithmetic, and architecture), it is necessary to ask whether the author theorizes about this transfer from the theoretical to the practical that constitutes the essence of her thought. What is the medium for translating the episteme into the service of the State? In this regard, I argue that both prudence and understanding (intellect) seem to be the two components of the perfect wisdom that the writer combines into a perfect dyad; operation, which allows her to explain the transfer from all sciences to the political arena. Isn’t it thanks to this operation that the wise king of Christine de Pizan appears as the supreme intellect of the political community, embodied in the kingdom of France? Are not the sciences thus profitable in the service of the State?
Christine de Pizan da vida a su gobernante ideal a partir de la tradición medieval del aristotelismo político y su noción de lo “arquitectónico”. Construido a modo de una arquitectura viviente de ciencias, el rey sabio aparece dominando la paleta de saberes, que va desde la episteme hasta los conocimientos más prácticos. Teoría y práctica se encuentran, así, en la base de su construcción de lo político. Pero ¿en qué medida la autora se consagra a brindar una explicación del pasaje de las ciencias, sobre todo, aquel que va de las especulativas al registro práctico de la ciencia política? Si el rey se distingue por ser un sabio al tiempo que un experto en las diversas ciencias (filosofía-teología, astrología, gramática, dialéctica, retórica, música, geometría, astronomía, aritmética y arquitectura), cabe preguntarse si acaso la autora teoriza sobre dicho pasaje de lo teórico a lo práctico que constituye la esencia de su pensamiento. ¿Cuál es el canal para volcar la episteme al servicio del Estado? Al respecto, sostengo la hipótesis de que tanto la prudencia como el entendimiento o intelecto parecen ser los dos componentes de la sabiduría perfecta que la escritora aúna en una perfecta díada; operación, esta, que le permite explicar el pasaje de todas las ciencias al plano de lo contingente. ¿Acaso no es, gracias a esta operación, que el rey sabio de Christine de Pizan aparece como el intelecto supremo de la comunidad política, encarnada en el reino de Francia? ¿No son las ciencias, de este modo, redituables en servicio del Estado?