Fil: Astarita, Carlos. Universidad de Buenos Aires; Argentina.
Si se observan en su conjunto las caracterizaciones que los historiadores han
propuesto acerca de los caballeros villanos de la Extremadura histórica, se concluye
en que han predominado en la historiografía moderna tres grandes núcleos
interpretativos. En primer lugar se encuentra la escuela tradicional,
preocupada por
el reconocimiento de las realidades institucionales de este sector
social. El modelo
clave fue proporcionado por Sánchez Albornoz*, cuando jerarquizaba
la libertad de
la caballería villana como una excentricidad en el panorama de
la Europa feudal que
incidía en la extrema peculiaridad castellana medieval. Bajo la influencia de este
encuadre, los historiadores institucionalistas postularon un acerca
miento a la
caballería villana en base al estudio de las prerrogativas jurídicas.
Un representante
de esta escuela fue Rafael Gibert. Luego de un estudio que comprende
el análisis de
los privilegios obtenidos por los caballeros desde el siglo XIII,
considera que
conformaron la clase social dominante en el concejo, tomando como
modelo el
estatuto de los hidalgos (exención de pechos y dirección en el gobierno municipal),
aunque nunca disfrutaron del signo último de la nobleza, la caloña de quinientos
sueldos. Concluye en que era una verdadera clase social, un patriciado urbano,
aunque el requisito de pertenencia siga siendo tener caballo y armas.
Esta propuesta
paradigmática de Gibert nada dice acerca de las condiciones materiales de vida de
los caballeros, sus relaciones productivas, estudio que queda
oscurecido por el
reconocimiento de las propiedades jurídico formales de su condición.