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Desde que la caída de las dictaduras stalinistas gestó, en el seno de la izquierda, una tendencia a profundizar el derrotismo que invadió a la intelectualidad ‘progresista’: luego del fracaso de los movimientos antisistémicos de los ‘70, el tema de las "identidades" y sus crisis ha estado en el centro de las preocupaciones académicas "post-marxistas". Se sostiene, aquí y allá, que nos enfrentamos a un universo radicalmente distinto al de un par de décadas atrás, para orientarnos en el cual carecemos de las coordenadas necesarias. Esta carencia justificaría el abandono de todas las formas de pensamiento y de acción política que caracterizaron a la "era moderna", centralmente, el marxismo y su sueño, el socialismo. Ya se ha dicho mucho sobre estas maniobras intelectuales, y no
valdría la pena ocuparse de ellas más, si no fuera porque cada tanto, con algunos retoques cosméticos, las mismas ideas vuelven al centro de la escena tratando de probar que toda acción colectiva carece de sentido y que incluso ocultaría intenciones totalitarias. Que el texto criticado provenga de Brasil no es excusa para dejarlo pasar, puesto que estas posiciones son muy comunes en la Argentina, sobre todo en los ambientes académicos. |
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