Abstract:
En algunos de sus últimos trabajos Fray
Justo Pérez de Úrbel se ha
burlado con frecuencia de los historiadores sin intuición, de los historiadores sin poder imaginativo, de los historiadores “bobalicones”. Al hacerlo,
aunque sin nombrarme, me ha aludido siempre a las claras. Replicaba así a mis explícitas declaraciones sobre lo fertilísimo
de su fantasía poética. He dicho muchas veces que el historiador necesita servirse de la imaginación para crear hipótesis de trabajo que, a modo de puentes, salven el río de lo desconocido; pero a condición, claro está, de procurar apoyarlas
sobre sólidos cimientos, de darlas por caducas cuando la investigación no
las abone y de no disimular su condición de inciertas conjeturas si se
alzan sólo sobre débiles indicios.