Fil: Gasparri, Stefano. Universitá Ca'Foscari-Venezia.
Mi intervención de hoy se enlaza muy estrechamente a lo que he efectuado en el curso de las primeras Jornadas, hace dos años. Entonces afirmé que en Italia la edad barbárica fue como si “no hubiera existido nunca.” Hubo, es decir, un tipo de remoción colectiva a cuya base fue la actitud de la misma historiografía italiana, que siguió considerando aquel período, y en particular el período
longobardo, como un paréntesis que pudiera ser ignorado y puesto aparte después de la caída del reino en el 774, que habría señalado el fin de una experiencia política extraña a la historia italiana.
Obviamente confirmo aquel juicio, pero querría aprovechar la ocasión de esta relación para tratar de entender mejor de que manera se haya formado y consolidado esta particular actitud de la cultura histórica nacional italiana. No haré esta reflexión en referencia al problema que se considera generalmente cuando se habla de la relación entre los longobardos y la historia de Italia o sea aquel de la invasión y de la asignación de esta gens en la península italiana. Al contrario analizaré la cuestión en referencia al final del reino. ¿Por qué esta elección? La relación entre longobardos y romanos, entre conquistadores barbáricos y población indígena, es efectivamente un clásico de la historiografía italiana: y las muchas soluciones que se dan al problema del asentamiento de los longobardos, que van de las matanzas de los senadores unidas a la sumisión total de la población itálica por una parte, a las ordenadas tecniques of accomodation al Walter Goffart por la
otra, con una vasta gama de posiciones intermedias, condicionan pesadamente todas las reconstrucciones históricas de la edad longobarda, cuya interpretación depende en buena parte de como se ha leído su fase inicial.