Abstract:
La producción terminal de Cervantes, que provisionalmente proponemos llamar "ciclo de senectute", amerita un análisis sistémico desde una perspectiva que se enfoque en aquello que excede a las líneas de sentido dominante en la crítica canónica. Desde este planteo descubrimos un conjunto de obras en las cuales el escritor parece distanciarse de las fórmulas que le valieron el reconocimiento del público para adentrarse en una perspectiva reflexiva, a veces amarga y nunca autocomplaciente, en la cual las propias ideas del arte resultan sometidas a pruebas extremas, al tiempo que lo biográfico parece sentar baza en las nuevas exploraciones. Un particular interés parece signar la prolífica producción de los últimos años de Cervantes, de tal manera que cabe analizarlo desde la óptica del llamado "estilo tardío". El recorte propuesto para trabajar en este nuevo proyecto de grupo consolidado, es el corpus de las obras finales y menos estudiadas del corpus cervantino: el Viaje del Parnaso con su Adjunta, las Ocho comedias y ocho entremeses nuevos, nunca representados y el póstumo Los trabajos de Persiles y Sigismunda. El análisis de este ciclo de senectute permitiría redefinir también certezas generales que tutelan lo conocido, como sucede con el Quijote de 1615, cuyas paradojas e interrogantes tantas veces se subsumen bajo una simplificadora y conveniente fusión estética con la Primera parte de 1605. Este eje crítico supone, además, la validación tácita de la necesidad de repensar la diferencia de los principios constructivos puestos en juego en cada una de las obras estudiadas, antes que forzar síntesis conceptuales que suelen dejar de lado las particularidades de las producciones que resultan discordantes para una pretendida totalidad ejemplar que caracterizaría la "obra de Cervantes". En efecto, lo propio de las producciones tardías, que no últimas o simplemente finales o póstumas, se descubre en la exhibición de la voluntaria incapacidad de cohesionar toda la propia producción bajo un único baremo exegético. En lo tardío se juega una apuesta dialógica con la posteridad, ese tiempo que el propio artista intuye como una cita a la cual no concurrirá, pero a la que quiere legar una obra excepcional que lo trascienda.