Para los helenos, el mundo en general era un ente animado, y los árboles y las plantas no fueron excepción a la regla. Tenemos pruebas de la prevaleciente adoración tributada árboles a la vez en Italia y Grecia, cubiertas como
Europa toda en los albores de la historia, por enormes bosques de olmos, castaños y especialmente de encinas (que son aún hoy el principal
árbol de Europa), a los que fueron no pocos los prodigios, poderes
y cualidades que el hombre les atribuyera, pero la virtud profética,
entre ellas, tuvo una enorme importancia y consecuencias.
Fil: Mundo, Sara I. de. Universidad de Buenos Aires. Facultad de Filosofía y Letras. Instituto de Historia Antigua y Medieval “José Luis Romero”; Argentina.