El discurso del viaje, cuyo origen y características indago como
necesario soporte de mi tema, se produce exactamente en esta tensión
entre experiencia y escritura, entre acción y natación. En el fin de siglo el
relato se torna más objetivo, el yo abandona la pretensión autobiográfica,
por lo tanto su resolución deja de lado la fórmula del diario íntimo o la
carta, donde siempre se establece un circuito de la confidencia, ya sea
con uno mismo o con otro y adopta, en cambio, la norma de la crónica
periodística que establece un interlocutor múltiple y público. Por otra parte,
la decadencia de lo pintoresco altera la morfología del relato, que presta
poca atención a la descripción del espacio físico o a la tipología
costumbrista. A su vez, la narración pierde cohesión en manos del
fragmento y la elipsis. La resolución se torna más laxa en un discurso que
caracterizo como marcadamente episódico.
Fil. Colombi, Beatríz. Universidad de Buenos Aires. Facultad de Filosofía y Letras.