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Frente a los actuales desafíos de la educación escolar, el estudio investiga sobre la formación ética de niños y adolescentes, a partir del problema de su instrucción y de los procesos de aprendizaje. La propuesta consiste en examinar si la ética, en cuanto saber filosófico, debe ser enseñada como cualquier otro contenido técnico-científico o si se trata de un saber peculiar que necesita de otros recursos didácticos-pedagógicos para garantir su real contribución en la formación integral de seres autónomos en todas las dimensiones de la vida humana. Adoptando una metodología analítico-reflexiva, el artículo pregunta si la ética debe ser tratada como una disciplina normal o debe ser pulverizada como tema transversal, presente transversalmente en todas las disciplinas de la estructura curricular. Independientemente de cualquier modelo de formación, perspectiva filosófica o corriente de pensamiento, se defiende la idea de que la ética debe ser enseñada de forma creativa, reflexiva y responsable. Para evitar que la ética se transforme en una cartilla de buenas intenciones o una forma de adoctrinar personas, es necesario ir más allá de la reproducción de valores morales y de la justificación de determinados principios éticos. Para que esto acontezca, es necesario redimensionar los procesos de enseñanza y de aprendizaje. El estudio precisa estar asociado a las prácticas de la vida escolar. Además del planteo teórico y conceptual, es preciso vivenciar en la práctica los contenidos formales. Cabe preguntar: en el contexto escolar, ¿cuáles son los principales desafíos de plantear el tema ética? ¿Cuál ética enseñar en la escuela? ¿Cómo es posible pasar del concepto para la vivencia y de la vivencia para el concepto? ¿Qué habilidades y competencias precisan ser desarrolladas para que la enseñanza sea eficiente y eficaz en la construcción de la ciudadanía? Se sabe que la enseñanza de la ética solo es eficaz si fundamentada en la reflexión crítica, en el ejemplo práctico, es decir, en las vivencias de los principios y en la diseminación de los valores, tales como, el respeto a la alteridad de otro ser, entre otros. La ética, sobre todo, debe estar impregnada en las acciones de cada día, dentro o fuera de la sala de aula. No obstante, la escuela es el lugar privilegiado para la vivencia y discusión de las diferentes corrientes de pensamientos éticos y de las teorías existentes, no como una forma normativa e normalizadora de adoctrinar, mas como un espacio significativo y único de la formación de individuos cognoscitivamente autónomos, socialmente responsables y moralmente justos. En este sentido, el estudio, la reflexión filosófica, el debate, la presentación y discusión de experiencias es decisiva para una nueva postura frente a la vida y la sociedad. La ética es lo que caracteriza la acción humana como tal. En verdad, ella traspasa todas las acciones, en todos los niveles de la vida humana. Abordar la ética de forma crítica y reflexiva, transponiendo para la vida concreta del día-a-día significa contribuir representativamente para la formación de la ciudadanía, visto que el ser humano no nace ético, precisa venir-a-ser. Es a la luz de la ética que podemos avaluar el actuar humano, proponer nuevos caminos y hacer selecciones mas inteligentes, capaces de promover la vida en todas sus dimensiones. |
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