Abstract:
Mi nota acerca de La casa y el caracol 'para una semiótica del cuerpo' de Raúl Dorra trata de indagar cómo la voz de un escritor, que sigue la trayectoria de oscilación de una lanzadera, entra y sale de la literatura transformando los campos teóricos que aborda; esa desfamiliarización: un semiótico que literaturiza, apunta, según creo, a desestabilizar una apropiación extendida del lenguaje por las regulaciones académicas al uso, cuestionando el peso abrumador de una jerga y de sus operaciones que, en lugar de realizar un aporte a la construcción de un objeto de estudio o la reflexión que de él se desprende, parecieran asegurar más una ratificación de la repetición que la aventura de la búsqueda. Este gesto me pone al reparo, como lector, de las simplificaciones en las que podría incurrir un guía turístico en un museo de arte, tan similares a ciertas exposiciones dóciles a las metodologías dominantes. La casa y el caracol propone un desajuste que interpela a los lectores, haciéndolos partícipes de un tratamiento tan poco protocolar del cuerpo que va a realizar un miembro de la comunidad universitaria, que elige descartar una postura rígida y lleva a cabo un recorrido de inquietudes genéricas y de proliferación de posiciones para tomar la palabra.