Abstract:
Apenas caído Rosas y ya distanciado de Urquiza, Sarmiento vuelve a exiliarse. De paso por Río de Janeiro, participa de reiteradas y singulares entrevistas con Pedro II, el emperador bibliófilo que se revela como un conocedor de la obra del escritor argentino. Sarmiento, que quería ser leído -comprendido, aprendido- por Rosas, aprovecha esta circunstancia para presentarse no sólo como un excepcional interlocutor letrado para el poder, sino como un verdadero ideólogo. La conversación es una forma discursiva productiva cuando se estudian las relaciones sociales y políticas que se traman en el exilio, puede convertirse en un sucedáneo de la literatura, y resulta fundamental en la conformación de una memoria histórica nacional.