Abstract:
El teatro occidental presenta, para quien se aboque a analizar el concepto de personaje, una instancia previa ineludible: el cuerpo del actor, su realidad concreta. En Bravo (2004), con dirección de Horacio Banega, sobre un relato de Juan José Saer, perteneciente a La Zona (1957-1960), el cuerpo en escena, en tanto hecho semiótico orientado hacia la definición de personaje, plantea una serie de interrogantes que oscilarían entre la posición específica del actor y la del performer.