Abstract:
Hasta la invención de la escritura la oralidad era el soporte privilegiado de la memoria social. La llegada de la escritura permitió registrar las huellas de esta memoria colectiva de manera más sistemática y relativamente precisa. La fotografía y el registro fílmico con posterioridad, posibilitaron alimentar esta memoria social también con elementos audiovisuales. Esta memoria social que es desde luego histórica, va siendo conformada también por estéticas sociales diversas. Venimos analizando desde hace cierto tiempo de qué modo una expresión particular local de la protesta social (el escrache) va generando y modificando una estética política particular, que empieza a funcionar como paradigma en el lenguaje y la acción, y pone al mismo tiempo en vinculación gestos de la cotidianeidad, instituciones y conceptos.