Entre los siglos V y comienzos del III, el estado romano compuesto
por campesinos logra, luego de dominar la península itálica, sentar las
bases de la unidad nacional que la torna invencible y le permite elevarse
con sus aliados al rango de potencia mundial. Mientras en la batalla sólo
alentaba al romano perturbada el deseo de la victoria, su comunidad
se encontraba por las continuas luchas de clases en procura de una igualdad
civil largamente alentada por la designaldad de oportunidades en el usufructo del ager publicus. La primera clase, la de los patricios, acaparó, además de todos los privilesios políticos, que poseían con exclusividad,
la mayor parte del ager publicus; la segunda, los plebeyos, excluidos de
los cargos públicos, contribuían a la conquista de nuevos territorios pero
obtenían pocos beneficios a cambio.
Fil: Labastie de Reinhardt, María Rosa. Universidad de Buenos Aires. Facultad de Filosofía y Letras. Instituto de Historia Antigua y Medieval “José Luis Romero”; Argentina.