Fil: Rodríguez, Yésica Rosa. Universidad de Buenos Aires. Facultad de Filosofía y Letras.
La filosofía existencial de Kierkegaard tiene su fuente teórica en la ética kantiana entendida
como una filosofía de la libertad. Los dos términos que definen la posición de Kierkegaard
en relación a Kant a lo largo de su obra pseudónima son “apropiación” y “abandono”.
Inicialmente la reflexión pseudónima kierkegaardiana permanece aún inscripta dentro de los
límites de la comprensión moderna de la ética y el sujeto. A nuestro entender se trataría de
un momento kantiano en el que el análisis ético propuesto por el danés se estructura a partir
de la apropiación de un tema previamente desarrollado por el filósofo prusiano: la noción de
una elección de la personalidad que pone la libertad del individuo como fundamento de su
acción ética. En la teoría de los deberes éticos del Juez Guillermo, el autor pseudónimo de
la segunda parte de O lo uno o lo otro de 1843, escuchamos un eco kantiano aunque
corregido y valorado por el propio esfuerzo individual que es el que cuenta como
justificación suma. Este “momento kantiano”, entonces, narra fenomenológicamente el
nacimiento del sujeto o, en los términos del autor danés, el bautismo de la voluntad. Los
libros pseudónimos posteriores tienen como objetivo desarrollar una teoría capaz de
explicar el devenir del sujeto. Kierkegaard considera que para la construcción de dicha
teoría de la subjetividad es necesario abandonar las categorías éticas y metafísicas de la
tradición filosófica occidental dejando atrás tanto al pensamiento moderno como al antiguo.
En sus obras pseudónimas El concepto de la angustia de 1844 y La enfermedad mortal de
1849, Kierkegaard procura desarrollar una comprensión del devenir subjetivo que ya no se
orienta a partir de elementos kantianos y en su lugar incorpora conceptos psicológicos
(angustia y desesperación) y teológicos (fe y pecado). Esta transición entre lo que
designamos como un primer y un segundo momento es caracterizada por un
desplazamiento de la esfera de la metafísica a la esfera de lo ético-religioso. El modo en
que Kierkegaard presenta el problema de la subjetividad supone una crítica implícita al
tratamiento que la filosofía moderna le dio a la cuestión del sujeto. La modernidad discute la
cuestión del sujeto en términos fundamentalmente gnoseológicos y en el marco de una
metafísica concebida como fundamento de la ciencia. Para el pensador danés, este enfoque
moderno no agota el problema de la subjetividad existente, ni siquiera alcanza a vislumbrar.
De este modo, el gesto kierkegaardiano, que busca superar el modus operandi de la
filosofía especulativa del idealismo alemán para acceder a la tematización efectiva del
sujeto existente, replica un gesto kantiano: el pasaje de una filosofía teórica (crítica de la
metafísica) a una filosofía práctica (metafísica de las costumbres).