La pretensión es desarrollar una reflexión donde se enlace el análisis social, la elaboración de un
diagnóstico del presente, la intención crítica, y la reflexión sobre los parámetros normativos que nos
permitan dar cuenta de la justicia de la estructura de la sociedad reflejada en la educación de sus
ciudadanos; o sea, una reflexión compleja, que permita orientamos para tomar decisiones fundadas.
En este trabajo partimos de la idea de que la ética aplicada tiene como función elaborar
juicios sobre problemas morales o cuestiones conflictivas o controvertidas. Parafraseando a Antón
Leist (1990), podríamos decir que si usamos el concepto de 'aplicada' estamos presuponiendo que
ya hay algo elaborado, construido articuladamente que funciona como marco teórico general, y que es posible aplicarlo a un caso particular o a una situación social compleja para iluminarla, en el
sentido de posibilitar su comprensión y orientar un curso de acción fundamentado moralmente.
Sin embargo no se puede pensar en una serie de normas o principios morales que deban ser
aplicados de manera mecánica. Planteamos la necesidad de una resolución racional de las
situaciones conflictivas y la posibilidad de acordar acerca de la corrección de decisiones u
orientaciones de políticas públicas fundamentadas intersubjetivamente.
Tomamos seriamente la advertencia humana acerca de no hacer un salto no justificado entre el
"es" de las proposiciones, los diagnósticos y las descripciones, al "debe". Pero consideramos que
esa nueva relación, si se la fundamenta con argumentos que puedan ser aceptados
intersubjetivamente, es la función específica de la ética: elaborar juicios que puedan orientar
moralmente la acción, en este caso, la política pública en educación.
Fil: La Porta, Patricia Alejandra. Universidad de Buenos Aires. Facultad de Filosofía y Letras.